No es verdad que el tiempo tarda en transcurrir cuando la vida no nos
interesa. La propia monotonía y la falta de relieves lo despedaza; es
decir, lo unifica, lo convierte en una dimensión sin metas ni puntos de
partida. [...] Así iba envejeciendo yo,
contando los años como si fueran horas y los lustros como si fueran
años. Hasta las Navidades se sucedían unas tras otras igual que si
entre cada una de ellas no mediaran trescientos sesenta y cinco días
completos. También las estaciones volaban. Tanto que, a menudo,
cuando pensaba en alguna de ellas , no sabía precisar si ya se había
cumplido o si estaba aún por llegar. [...]
Vistos en perspectiva, no parece que sean los grandes acontecimientos
los que han contribuido a los cambios ópticos o a la transformación de
nuestros esquemas. Son las circunstancias pequeñas; esos procesos
rezagados que tanto se relacionan con los comportamientos ajenos, las
miradas furtivas, las displicencias inesperadas ... Problemente la
humanidad entera está enferma de ese tipo de procesos.
M. Salisachs.